jueves, 4 de octubre de 2007

Un buen experimento - Carlos Bazdresch



4 de octubre de 2007


Hace unos días fui a Guadalajara. Decidí pasear un poco por lo que ahora se llama colonia Americana que todavía tiene banquetas anchas y muchos árboles. De repente pasé al lado de la Escuela Superior de Arquitectura y decidí investigar qué era esa escuela cuya existencia ha generado discusiones en esa ciudad. La escuela imparte únicamente la carrera de arquitectura, cuenta con la autorización de la SEP, y otorga el título de arquitecto a los que hayan terminado los estudios en ese lugar.

Esta escuela es peculiar: I) Funciona sin subsidio público. Se sostiene únicamente por las colegiaturas y la voluntad de quienes laboran ahí. II) El propósito único de la misma es impartir la carrera de Arquitectura. III) Los estudiantes se concretan al estudio de un número pequeño de materias obligatorias para todos pero, de la mitad en adelante, la escuela ofrece diversas especializaciones que son seleccionados por el alumnado. Seguramente el estudiante tendrá más interés en aprender lo que seleccionó él mismo para especializarse.

IV) Hay hechos que sugieren que las ideas de la Escuela Superior no son tan descabelladas. La escuela tiene entre nueve y 10 años de funcionar. Ha atendido a más de 100 estudiantes. Su matrícula actual es de 30 estudiantes. Empezaron con 10 y los graduados son alrededor de 60. Esto implica que los fracasados son alrededor de 10%, lo que ciertamente es un porcentaje muy bajo.

La Superior no es de lujo ni se orienta a captar a los hijos de ricos, su colegiatura mensual es de alrededor de 3 mil 500 pesos, lo que es un costo medio aceptable para las familias. En realidad se trata de un verdadero esfuerzo por la calidad de la enseñanza de la arquitectura; esto se prueba, entre otras cosas, por el aumento del alumnado.

V) La escuela tiene un comité externo que juzga el nivel de su enseñanza y la calidad de su trabajo formado por seis arquitectos de Guadalajara, reconocidos por la calidad de su trabajo profesional.

Hace tres años, el periódico Mural de Guadalajara hizo una encuesta sobre la calidad de la enseñanza de la arquitectura en la ciudad. La Escuela Superior resultó con el mayor número de menciones favorables. Al día de hoy, más del 80% de los egresados de la Escuela Superior, siguen trabajando en tareas de arquitectura, lo que en su juicio el porcentaje es considerado muy alto. Además, mi opinión de formadores de arquitectos ha sido favorable a la Escuela Superior.

Mi opinión respecto de este esfuerzo, también es favorable. En diversas ocasiones se ha probado que las escuelas pequeñas, que —como la Superior de Arquitectura— están abiertas a la crítica, son opciones mejores por calidad de la enseñanza, que las enormes escuelas y universidades que se han formado en la gran mayoría de los países. El punto es que las escuelas de menor tamaño pueden dar mejor atención personalizada al estudiante.

Admiro mucho el caballeroso esfuerzo de mi amigo Alejandro Ramírez, fundador y director de la Escuela Superior de Arquitectura, por emprender esta tarea. De la misma manera, va mi felicitación a los que lo han acompañado en esta aventura. Sin embargo, hoy el dado de la suerte ha caído del lado de las instituciones grandes. Pues estas instituciones pueden ofrecer al estudiante muchas más opciones de estudio que una escuela pequeña. Me parece, entonces, que la Superior de Arquitectura deberá ser capaz de aliarse con una o más instituciones de mayor tamaño. Sin duda, esto llevará a mayor trabajo y poder para la burocracia. Pero sólo así —sacrificando algo de su ethos— esta escuela podrá sobrevivir mejor.


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