Cinco lustros después se abre el telón sobre los secretos guardados bajo siete llaves en torno a la nacionalización, estatización o expropiación de la banca comercial privada, anunciada a golpe de lágrima durante el sexto informe del ex presidente José López Portillo
Se sabe, por ejemplo, que en el preámbulo del golpazo en la mesa, el ex Ejecutivo intentó desnudar a los sacadólares cuya acción corrosiva provocaba una y otra devaluaciones, topándose con la sorpresa de que la mayoría eran políticos. Más aún, integrantes de su gabinete.
“Esta relación —recuerda Gustavo Romero Kolbeck, quien fuera director general del Banco de México en los aciagos meses de 1982— contenía una larga lista de personas, algunas bien conocidas en el medio político, lo que detonó el enojo del mandatario…”
En el clímax de la ira, el ex mandatario conocido como Jolopo sentenciaría: “Va usted a ver que nos las van a pagar, y usted será el que les pida cuentas”.
Lo interesante del caso es que habiéndole pedido el gobierno los nombres a los banqueros Agustín F. Legorreta y Manuel Espinosa Yglesias, a contrapelo del secreto bancario, el único que accedió a regañadientes, fue éste, a lo sazón presidente de Bancomer.
La condición fue que la lista la recogiera de su escritorio algún funcionario de la Comisión Nacional Bancaria… en su ausencia.
Más adelante –señala el mismo Romero Kolbeck-, López Portillo intentaría lo inaudito: ¡revaluar 50% al peso!, en un escenario en que Alfredo Phillips Olmedo planteaba dos saltos hacia atrás de 25% cada uno.
La instrucción fue desoída por el funcionario, lo que le costó la chamba: “No, muy mal, mire Gustavo, así no me sirve usted para nada”.
En el escenario de crispaciones que vivía el país, recuerda el entonces presidente de la Coparmex, José María Basagoiti, en una ocasión López Portillo citó al pleno de la dirigencia empresarial en el salón López Mateos de Los Pinos, lanzándoles una filípica de antología. Los calificativos volaban en las paredes.
Al término del evento, el Estado Mayor Presidencial les comunicó a los principales líderes el deseo del Presidente de la República de verlos en su despacho, donde los aguardaba un López Portillo diametralmente opuesto, se diría sonriente.
Basagoiti salió al paso: —Señor presidente, ¿usted cree que después de cómo se ha dirigido a nosotros nos quede algo de liderazgo?”.
—¿Pues yo qué dije?
El caso es que el Ejecutivo mandó traer la versión estenográfica de su discurso para recordar lo dicho… mandando censurar la versión oficial. En el camino, el ex director general del Bank of America, José Carral, recuerda que un grupo de accionistas de Bancomer le ofreció a éste venderle la intermediaria. Más aún, había una carta manuscrita de Manuel Espinosa Yglesias dirigida al presidente de la instancia estadounidense con larga presencia en México, Tom Closen, quien llevó el asunto al Consejo de Administración.
De haberse dado la operación Bancomer se habría salvado de la nacionalización. El hecho es que en una asamblea extraordinaria el Bank of America rechazaría la posibilidad, pese a la opinión favorable de su presidente.
Lo inaudito del asunto es que el primero de septiembre de 1982, cuando llegó aquella famosa frase de “ya nos saquearon; no nos volverán a saquear”, el presidente de Banamex, Agustín F. Legorreta Chauvet no estaba en México.
Lo había enviado, ¡válgame Dios!, el presidente José López Portillo a los principales centros financieros de Nueva York, Londres, París, Frankfourt, ¡para semblantear la posibilidad de una posible moratoria de la deuda!
“En esos días –recuerda el banquero-, jamás me había imaginado la maquinación que llevaban a cabo José Andrés De Oteyza y Carlos Tello Macías con los López Portillo, padre e hijo…”.
Ahora que en la víspera del día D tampoco sabía nada el entonces secretario de Hacienda, Jesús Silva-Herzog.
“El lunes 30 de agosto se celebró el quinto aniversario del Banco Obrero. Me senté a la derecha del señor presidente. Lo encontraba de muy buen humor. Se le veía descansado. Fue cordial conmigo. Salí desconcertado. Me fui con la idea de que no habría nacionalización”.
“La razón por la cual López Portillo no involucró a otros miembros de su gabinete —recuerda a su vez José Ramón López Portillo—, fue que muchos de ellos anteriormente habían ocultado y falseado información e, incluso, habían actuado sin el conocimiento del Presidente. Éste perdió la confianza en ellos”.
Consumado el golpe de fuerza, recuerda el ex presidente Miguel De la Madrid Hurtado, la iniciativa privada empezó a promover un acercamiento real con el PAN, entregándole a ese partido mensualidades de 12 millones de pesos.
“También —agrega— están usando el amarillismo como forma alternativa de ataque, exagerando los problemas de seguridad o la guerra declarada contra los ex funcionarios, concretamente contra López Portillo y sus allegados”.
Las versiones de los protagonistas del episodio que para algunos abrió un parteaguas en el país, están en un libro que se presenta esta mañana en un hotel capitalino: “La nacionalización de la banca, 25 años después”.
El patrocinio de la obra en dos tomos fue del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, que encabeza Amparo Espinosa Rugacía.
Las telas y entretelas del poder en un capítulo aún polémico.
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