miércoles, 31 de octubre de 2007

Macario Schettino: más allá del mito




Desde que conocí a Macario Schettino, en el Colegio de México, he seguido su trabajo y reseñé dos de sus libros en esta sección: Para reconstruir México y Paisajes del nuevo régimen. Ambos han sido esfuerzos serios para decir cosas que muchos no saben que existen. Pero su más reciente investigación, Cien años de confusión. México en el siglo XX (Taurus), es magna en varios sentidos, pues se trata de 520 páginas donde aparecen más de un centenar de autores.

Macario dice una cosa que dejará a la gran mayoría boquiabierto: “La Revolución Mexicana, hemos dicho, es un hecho inexistente, una construcción simbólica realizada con el fin de dotar de legitimidad a los ganadores de una serie de conflictos armados”.

Entonces, ¿lo aprendido durante 12 años, cuando menos en la escuela, era una invención? Y el cadáver de esa señora que lo disputan cuatro partidos políticos es algo surrealista, como descubrió en nosotros Bretón. En fin, que la puntual búsqueda de Schettino nos deja estupefactos, fuera de onda, como afirman los chavos.

Estamos, en todo caso, ante una serie de movimientos armados y sociales que tienen como resultado una construcción cultural. Y eso sí, ese fantasma que ha ganado batallas durante cerca de un siglo y el cual muchos no quieren enterrar, sirvió para cohesionar a un país y darle sentido en muchos aspectos, aunque sus resultados, lo vemos, no son lo satisfactorio que se esperaban. Más bien ahora entendemos cómo ese capitalismo que sigue presente, se basó más en acuerdos y compadrazgos y no en una situación que diera un impulso mayúsculo a economía y sociedad.

Otra de las aseveraciones del autor nos deja helados: “La izquierda mexicana vivió durante el siglo XX atrapada entre el régimen populista y las repuestas violentas, lo que ha dado como resultado una incapacidad para plantear alternativas democráticas que no han podido aún superar”.

Seguramente por eso, la mayoría de los programas levantados por esas agrupaciones fueron bastante endebles, faltos de atractivo para los nuevos sectores: jóvenes, mujeres, homosexuales y buena cantidad de otros protagonistas. En ocasiones (años 80) el PCM inició debates importantes (cristianos y marxistas y la nueva realidad de las féminas) e incluso realizó encuentros masivos para acercar a los que rechazaban la política. Pero esos esfuerzos no se continuaron, algo que fue muy visible en la campaña de Andrés Manuel López Obrador, donde la ausencia de un proyecto amplio fue evidente.

En las luchas agrarias Macario reconoce las de los izquierdistas (capítulo 7) y presenta a Lázaro Cárdenas como el gran aglutinador de muchas conquistas y quien le da rumbo a ese movimiento fragmentado que convergió en la revuelta del siglo pasado. Dice: “En realidad ideas, instituciones y políticas revolucionarias resultan ser cardenistas”.

Asegura: “Escribí para los que vienen, no para los que se van”. Pero incluso a quienes hemos recorrido el camino nos hará bien entender nuestro error para mejorar la puntería de las teorías, sobre todo de las construcciones culturales.

En el texto hay un apunte de Joan Manuel Serrat, hoy en México con Joaquín Sabina: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

Macario Schettino, un auténtico provocador.


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1 comentario:

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