jueves, 25 de octubre de 2007

El problema educativo - Macario Schettino




Gracias a Pedro Martínez Abaroa, lector de estas páginas, pude leer pronto un artículo aparecido en la revista The Economist esta semana, titulado “Cómo ser los mejores”

En ese texto se analiza un fenómeno que, para México, es de la mayor importancia. En los países industrializados, el gasto en educación ha crecido de manera continua sin que los resultados hayan cambiado. La revista toma como excusa lo que ocurre en el sistema educativo inglés, pero pronto aclara que es algo que ocurre en muchos otros países. Frente a ello, la consultora McKinsey, dice la revista, ha propuesto tres cosas: tener los mejores maestros, obtener lo mejor de ellos, y usarlos cuando los alumnos se empiezan a atrasar. Tres sugerencias que deberíamos aceptar aquí en México con toda urgencia.

Permítame citarle un párrafo íntegro: “Empecemos por contratar a los mejores. No hay duda de que, como dice un funcionario de Corea del Sur, ‘la calidad de un sistema educativo no puede ser mayor que la calidad de sus profesores’. Estudios en Tennessee y Dallas han mostrado que, si se toman alumnos de habilidad promedio y se les da a los profesores que están en 20% superior, los alumnos acaban en 10% superior; si se les da a los profesores de 20% inferior, acaban en el fondo. La calidad de los profesores afecta al desempeño de los alumnos más que cualquier otra cosa”.

No tiene desperdicio, por eso lo transcribo completo. No hay nada que afecte más el desempeño de los alumnos que la calidad de sus profesores. Por eso tenemos cientos de miles de jóvenes estudiando carreras administrativas, o derecho, o de ciencias sociales, huyendo de las matemáticas que algún pésimo profesor les hizo odiar. Repito a The Economist, si a alumnos promedio les da usted excelentes profesores, obtendrá excelentes alumnos. Pero lo contrario también es cierto, y alumnos promedio se convierten en jóvenes incapaces gracias a pésimos profesores, como es el caso en México.

Pero la revista informa todavía más: no se consigue a los mejores pagando más. No son los países que más pagan a sus profesores los que tienen a los mejores, y cita como ejemplos a Suiza, Alemania o España. Les faltó información, porque los profesores mejor pagados del mundo, con respecto al ingreso promedio nacional, son los nuestros. Sólo Corea del Sur paga más que México a sus profesores. Pero en aquel país, y cito nuevamente a The Economist “los profesores deben obtener un grado universitario, de sólo una docena de universidades. Obtener la plaza requiere las más altas calificaciones, y sólo se abren dependiendo de las vacantes… la lección parece ser que ser profesor debe ser algo difícil de lograr”.

No me detengo en la tercera condición que sugiere McKinsey, usar a los profesores para impulsar a los alumnos que se rezagan, porque ya se me hace un exceso. Me conformaría con que empezáramos por la primera recomendación, e hiciéramos un programa urgente de recalificación del profesorado de secundaria. Me centro en este ciclo escolar porque es claro que ahí es en donde los jóvenes mexicanos pierden más: salen regular de primaria, pero pésimo de secundaria.

Hay hoy 350 mil profesores en secundaria que no están haciendo bien su trabajo. Evidentemente, no todos, pero es una mayoría abrumadora la que falla, puesto que dos terceras partes de los jóvenes salen incapacitados de ese nivel escolar. No estaría nada mal que pudiéramos abrir a la competencia las plazas de ese nivel, para tener a los mejores 350 mil profesores posibles. Me imagino que esto es algo que el sindicato no aceptará con facilidad, pero tendrá que dar razones para ello.

Digamos que no se concursen todas, sino 50 mil cada año. Si el sindicato cree que sus miembros son capaces, podrán pasar los exámenes. Si cree que les falta capacitación, es algo que el mismo sindicato puede hacer. Lo que no podemos seguir soportando es la actitud criminal actual, porque cada profesor incapaz está condenando a sus alumnos a la misma ineptitud. Recuerde, un profesor malo echa a perder a alumnos promedio.

No se me ocurre ninguna razón para no proponer esto al sindicato. Puede ser que no lo acepten, pero entonces ellos tendrán que explicar, como decíamos. En lugar de sus comerciales de que falta dinero en las escuelas, que reconozcan que lo que falta es capacidad en los profesores.

Empecemos por la secundaria y sigamos a la primaria. En tres años detenemos la destrucción de nuestros jóvenes, y en 10 tendremos la base para un verdadero sistema de investigación e innovación. Pero de eso platicaremos después.


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