jueves, 4 de octubre de 2007

Combate AMLO a ‘Los Chuchos’




# Nueva Izquierda revirtió su condición de sometida y es la corriente más poderosa

# López Obrador sigue siendo una figura que influye, pero carece de espacios de poder

Además de su guerra personal contra el “espurio” Felipe Calderón —que, supone, le dará cuerda para llegar políticamente vivo a las elecciones federales de 2009 y 2012—, el señor Andrés Manuel López Obrador tiene una prioridad inmediata: mantener el control partidista durante la cercana renovación de la dirigencia del PRD, prevista para marzo de 2008.

Por eso, durante todo el pasado mes de septiembre y en el semestre por venir —hasta marzo próximo—, el objetivo de los misiles discursivos de López Obrador es y será el grupo perredista que le podría arrebatar el control de la dirigencia del partido amarillo, conocido como Nueva Izquierda, y que todos motejan como Los Chuchos. La andanada declarativa de AMLO y los suyos —como el leal Fernández Noroña— va dirigida a confirmar, en los hechos, la supuesta “traición” de Los Chuchos en centros reales de poder como el Congreso y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

Y las evidencias están a la vista de todos. ¿Qué significan las acusaciones que López Obrador lanza desde la plaza pública? Sea contra el supuesto “peligro para México” que, según AMLO, es el Congreso; sea el señalamiento de que los legisladores del PRD “han cambiado el morral por la Suburban”, y hasta el reciente regaño de que a los legisladores del FAP, entre ellos los del PRD de manera destacada, “les faltaron pantalones” para oponerse al “gasolinazo”.

La interrogante se responde al dar respuesta a otra pregunta asociada: ¿qué grupo del PRD tiene el control de los centros de poder real que son el Congreso de la Unión y la Asamblea Legislativa? En los dos casos la respuesta es el grupo de Nueva Izquierda, Los Chuchos, cuyo jefe real es Jesús Ortega, precandidato a la presidencia del PRD con muchas posibilidades de ganar la dirigencia de los amarillos en la elección de marzo de 2008, por sobre el candidato del señor “legítimo”, Alejandro Encinas.

Pero aparece una nueva pregunta: ¿por qué ese “fuego amigo” de AMLO contra su propio partido o contra el grupo de Nueva Izquierda? La razón no deja de ser una más de las frecuentes paradojas entre la llamada izquierda mexicana. Porque en el proceso electoral de julio de 2006, cuando López Obrador y sus leales daban por hecho que despacharían en Palacio Nacional durante el sexenio 2006-2012, a cambio de esa lealtad a toda prueba, el señor “legítimo” entregó a Nueva Izquierda lo que entonces se consideraban “las migajas del poder”. Es decir, les entregó la parte mayoritaria de las posiciones a cargos de elección popular en el Congreso federal y en su correspondiente del Distrito Federal.

López Obrador suponía, en años y meses previos a julio de 2006, que él y sólo él se quedaría con “la tajada grande del pastel”; con todo el poder presidencial y todo lo que eso significaba, mientras que las “migajas” del poder sexenal, el centro de poder depositado en el indeseable Congreso, se quedarían en manos del partido, en especial del grupo de Los Chuchos. El mismo esquema se repitió en el segundo gobierno en importancia del país, el del Distrito Federal, que al final de cuentas quedó en manos de su fiel escudero, Marcelo Ebrard, mientras que la Asamblea Legislativa fue entregada también a Nueva Izquierda.

Pero como todos saben, el sueño obradorista no se hizo realidad. La mañana del 3 de julio López Obrador amaneció sin nada entre las manos —luego de una previsible derrota que nunca quiso ver—, mientras que sus adversarios intramuros del partido amarillo, Los Chuchos, se habían sacado el “gordo” de la lotería político-electoral; la noche del 2 de julio se fueron a dormir como un grupo político sometido por el poderoso López Obrador, y de manera sorpresiva amanecieron como la segunda fuerza política en el Congreso —en las cámaras de Diputados y Senadores—, y con el control casi absoluto en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

Y es que Los Chuchos lograron meter a la contienda electoral de 2006 el mayor número de candidatos a las listas de diputados federales, senadores y asambleístas del DF. De esa manera, y luego de la elección que AMLO calificó como “fraudulenta” —que fue la misma en la que fueron electos diputados, senadores y asambleístas del PRD—, los señores de Nueva Izquierda revirtieron su condición de grupo sometido y pasaron a la de corriente más poderosa del PRD. Con los votos que movió AMLO, sus adversarios del PRD se hicieron del control territorial, de buena parte de las fracciones parlamentarias en los congresos estatales donde los amarillos tienen presencia y, por si fuera poco, se quedaron con el control de las cámaras federales de Diputados y Senadores.

De esa manera se rompió el esquema que se había trazado AMLO antes del 2 de julio, y no sólo no ganó la elección y el poder presidencial, sino que perdió el control y la hegemonía en su partido. Hoy, intramuros del partido amarillo, López Obrador sigue siendo una figura indispensable, que influye y presiona, pero que carece de espacios reales de poder. Por eso su prioridad es el control del partido, y por eso combate a Los Chuchos.

Más aún, resulta lastimosa la “colecta” que realizan los indeseables diputados del PRD —esos mismos a los que combate y ridiculiza—, para financiar la campaña político electoral del otrora “indestructible” —de la cual cada vez son más los diputados que se niegan a colaborar—, porque el tabasqueño se quedó hasta sin dinero para hacer política. Y la política cuesta. Sólo le queda una fuente indirecta de poder —y de donde también sale dinero para mantener los gastos familiares de AMLO y su proselitismo político-electoral—, que es la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, en donde Marcelo Ebrard, el siempre leal jefe de Gobierno, se las arregla para que salgan los dineros necesarios.

¿Cuántos de los leales y fanáticos del señor López Obrador se han preguntado de dónde obtiene el ex jefe de Gobierno el dinero necesario para la manutención de su familia —que pasó de tres a cinco miembros—, si el jefe de familia no tiene un empleo? De donde sale para pagar escuelas privadas, hospitales privados, comida, ropa… y para hacer política. Nadie lo sabe con claridad. Y a pocos les importa. Pero el dinero sale de algún lado. Al tiempo.


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