martes, 9 de octubre de 2007

entonces?? - de la Columna de Macario Schettino

Como puede usted comprobar viendo los titulares de los periódicos y noticieros de medios electrónicos, ya se acabó el repunte inflacionario. Bastó el anuncio presidencial para que, como por milagro, la inflación regresara al nivel normal
Es decir, que dejara de ser noticia. Como usted sabe, porque lo leyó aquí, nunca hubo presión inflacionaria, se trataba de presionar al gobierno (presidente y Congreso) en respuesta a los cambios legales que están resultando costosos para algunos.
En estos días lo que se discutirá, y posiblemente sea el tema más llamativo, es el presupuesto. Ahí veremos que la reforma fiscal, a pesar de que incrementará la recaudación, es totalmente insuficiente. Hay que invertir en infraestructura de comunicaciones y transportes, sin duda, pero también hay que hacer una refinería, con urgencia, para impedir que la gasolina que importamos nos lleve a una crisis de balanza de pagos. Hay que hacer reservas para las pensiones, dar servicio a los Pidiregas, financiar la operación de IMSS e ISSSTE, y hay que mejorar el sistema educativo. Y todo eso lo tenemos que hacer con el magro incremento en ingresos que significa la reforma fiscal.
Es claro que nunca alcanzará el dinero, porque cada secretario quiere más para su área, y debajo de ellos, cada director y jefe de departamento, lo mismo. Y, como sabemos, la burocracia se multiplica sola. No sólo en el gobierno, también en la iniciativa privada. El tiempo que les queda libre lo ocupan en quitárselo a los demás, citando a juntas, enviando oficios, lo que sea, con tal de parecer ocupados e importantes.
Por eso hay algo de razón en las quejas acerca de cuánto del presupuesto se destina al llamado gasto corriente, específicamente a sueldos y salarios. De hecho, en el sexenio pasado el Congreso obligó a una contracción del gobierno federal, al establecer un máximo de tres subsecretarías en cada secretaría (perdone la repetición), y límites al número de asesores, secretarios particulares, etcétera.
El problema con estas reducciones de corte general es que no resuelven mucho, y sí pueden complicar más la situación. Hay puestos que requieren de una secretaría particular que lidie con los oficios y peticiones de todos los ociosos. Si la ley no permite ese puesto, se creará otro, con otro nombre, que hará exactamente lo mismo.
Además de este fenómeno de multiplicación de la burocracia, existe otro que también colabora a los gastos inútiles. El crecimiento del gobierno, desde los años 70, ha dejado una gran cantidad de puestos sindicalizados que es muy difícil desaparecer. El nivel del personal en muchos de esos puestos no resulta adecuado a las necesidades actuales, pero como tienen que seguir trabajando, entonces se crean otros nuevos, de confianza, que realizan el trabajo. También tienen nombre simpático: enlaces, se les llama en muchas dependencias. Uno pensaría que no es tan grave, porque en muchos casos los puestos son de bajos ingresos. Pero cuando se multiplica por miles, el gasto ya pinta.
Tiene usted ahí dos mecanismos que elevan el gasto del gobierno en sueldos y salarios: la multiplicación propia de la burocracia y la inercia. Pero aunque sea fácil identificar estos mecanismos, no es fácil corregir. Ambos son naturales y reaparecen con facilidad. Se puede intentar una reestructura general del gobierno, pero al final aparecen las decisiones políticas: desaparecer secretarías que no tienen objeto de trabajo, desaparecer niveles completos de trabajadores sindicalizados que ya no funcionan, acabar con áreas enteras del gobierno que sólo sirven para mantener tranquilos a algunos grupos. Y no crea que estas decisiones sólo afectan al gobierno, sino a sectores de la sociedad: investigadores que no investigan, creadores que no crean, empresarios que no emprenden y nada más piden subsidios, líderes campesinos que viven de transferencias, hay de todo.
Así que, aunque suena bien la idea de recortar el gasto corriente, sería bueno que el Congreso dijera qué grupos, de los que viven del gobierno, van a ser los primeros en perder la ubre. Y entonces verá usted, como pasó con la gasolina, gran alharaca. Por eso la política es difícil, no crea usted.

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