lunes, 1 de octubre de 2007

¿AHMSA al fin?




Ocho años después, finalmente aparece una tenue lucecita en el túnel en que se metió Altos Hornos de México en protección contra sus acreedores, vía una de las últimas corridas del ferrocarril que operaba al amparo de la extinta Ley de Quiebras y Suspensión de Pagos

La firma encabezada por Alonso Ancira Elizondo quiere regresar a la mesa de negociaciones de la que se paró mil 500 veces, frustrando todas las propuestas, todas las fórmulas y todas las posibles componendas.

El problema es que la carta a jugar, bajo la denominación de “acuerdo base”, fue rechazada en mayo del año pasado por los acreedores, tras calificarla de abusiva.

La alternativa planteada por la empresa siderúrgica, que en mayo de 1999 logró que un juez de lo concursal la declarara en suspensión de pagos, habla de una prórroga de 10 años para el pago total de un pasivo que en aquel entonces se ubicaba en mil 800 millones de dólares, además de algún dulcesito adicional.

Estamos hablando de ceder 27% del capital de la compañía con sede central en Monclova, Coahuila, además de otras erogaciones en premio a la reestructura.

Ahora, que la mayoría de las acciones de la empresa las mantendría su controladora, es decir, el Grupo Acerero del Norte que encabeza Xavier Autrey Maza.

Dicho con todas las letras, casi 20 años después los acreedores recibirían algo más que migajas, bajo la justificación que habla de-lo-perdido-lo-que-aparezca.

Ahora que la ruta habla de un largo camino empedrado.

De entrada, aunque la justificación de la firma hablaba del inicio de una crisis en el precio internacional del acero iniciada un año antes de la suspensión de pagos, los acreedores la acusaron de una cantidad impresionante de dispendios.

Estamos hablando, por ejemplo, de la compra de aviones para uso personal de los consejeros de ésta, con énfasis en los hermanos Alonso, Jorge, Carlos, Guillermo y José Eduardo Ancira Elizondo, además de una flotilla de camionetas de gran lujo.

Empresas pobres, empresarios ricos, decía el ex presidente José López Portillo.

La paradoja del caso es que la firma contrató a un director general de lujo para, en el papel, enderezar el rumbo de la nave… quien algunas semanas después saldría corriendo.

Estamos hablando del ex ejecutivo de Cementos Mexicanos José Domene a quien algunos lo ubicaban como sucesor “natural” de Lorenzo Zambrano en la dirección general de la firma global.

Ahora que la primera fricción la tuvo Altos Hornos de México con Banamex, uno de sus acreedores más pesados, a quien había endosado en prenda de multimillonarios préstamos acciones del Grupo Acerero del Norte que la intermediaria se apresuró a vender en la Bolsa al día siguiente de oficializarse la suspensión de pagos.

El litigio duró siete años.

Más allá, hete aquí que la Secretaría de Hacienda, a presión de uno de los acreedores extranjeros, concretamente de un poderoso banco de Estados Unidos, le pagó parte de su reclamo… con recursos, naturalmente, del erario público, lo que provocó otro largo litigio, éste aún sin agotarse.

En el camino, además, el ex presidente de la empresa, Xavier Autrey, así como los hermanos Ancira fueron acusados por la propia dependencia de evasión fiscal, lo que provocó una tenaz persecución que se prolongó casi dos años.

Ahora que los acreedores intentaron infructuosamente que la firma se vendiera a Industrias Monterrey (IMSA), de la familia Canales Clariond, o a alguna empresa extranjera.

Los directores de la compañía se paraban de la mesa en la que estaban sentados desde bancos de desarrollo como el Bancomext y Banobras, hasta la mitad del sistema financiero mexicano, pasando por dos docenas de intermediarias extranjeras, cuando parecía llegar la luz.

El problema es que hoy son otras las contrapartes, dado que la inmensa mayoría de los acreedores vendió a terceros las deudas en centavos… que ahora quieren recuperar con creces.

De hecho, en mayo pasado desconocieron el “acuerdo-base”, imponiendo condiciones que la siderúrgica rechazó de manera tajante.

El caso es que tras la llamada crisis del acero que se prolongó durante un lustro, de 1998 a 2003, la firma no sólo se levantó de la lona, sino empezó a tirar campanazos.

De hecho, sus ventas se han incrementado en forma consistente en los últimos cuatro años, alcanzándose en mayo pasado un incremento de 6%, lo que elevó sus ingresos a 619 millones de dólares.

El monto total facturado fue de 799 mil toneladas.

Las utilidades netas crecieron 13.2%. ¿Fin de la pesadilla?


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